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ALSP, nuevo paradigma en la prestación de servicios jurídicos
Con estructuras más flexibles, especialización en tecnología y estrategias a la medida del cliente, proveedores de servicios legales ganan terreno.
Desde que el profesor Richard Susskind publicara en 2013 su famoso libro Tomorrow’s Lawyers, an introduction to your future, muchas de sus predicciones se han cumplido con asombrosa precisión.
Por ejemplo, las que auspiciaban que en la próxima década e incluso más allá, “los bufetes de abogados serán impulsados sin descanso por sus clientes a reducir sus costos”; y las que anunciaban que esas mismas firmas se verían obligadas a “construir sus propias capacidades alternativas de abastecimiento, como equipos internos o asistentes legales, o tal vez su propia instalación legal fuera de la comunidad”.
Y hay más: para Susskind, la transformación del sector de servicios legales será radical gracias a tecnologías disruptivas cada vez más potentes “que desafiarán y desplazarán la forma en que se ha realizado el trabajo legal en el pasado”.
Los Alternative Legal Service Providers (Proveedores Alternativos de Servicios Legales, ALSP, por su sigla en inglés) son la mayor evidencia de que la revolución augurada por Susskind llegó para quedarse. Hasta hace dos años, no tenían siquiera una definición clara pero hoy son reconocidos como la punta de lanza dentro del sector de servicios jurídicos.
Si bien ejecutan las tareas que habitualmente hacen los abogados, como la constitución de una sociedad o la representación judicial o extrajudicial de un cliente, su rango de acción va mucho más allá e incluye startups o compañías propias, aliadas o subordinadas con un fuerte liderazgo en tecnología, inteligencia artificial, desarrollo de negocio e investigación.
Según el Centro de Ética y Profesión Jurídica de la Universidad de Georgetown, que en coautoría con la consultora Acritas, el Instituto Legal Ejecutivo de Thomson Reuters y la Escuela de Negocios Saïd de la Universidad de Oxford publicó un estudio sobre las ALSP en 2018, esta industria generó una facturación de US$10.700 millones en 2017 y seguirá creciendo a pasos agigantados en los próximos años. ¿Cuál es su secreto?
Javier Fernández-Samaniego y Manuel Esteban, de Samaniego Law, una compañía española mezcla de firma de abogados, consultora y plataforma tecnológica, destacan en un artículo sobre las ALSP, que estas “firmas alternativas” ofrecen varios modelos que van del managed service, o de asunción como subcontratista de las tareas de asesorías jurídicas [citan como ejemplo la adquisición de Riverview Law por parte de EY]; hasta el modelo staffing y de abogacía por proyectos de Axion (…) al tiempo que describen cinco hitos que marcan el ascenso de las ALSP a nivel mundial: (i) las firmas de auditoría Big Four (PWC, Deloitte, EY, KPMG) han irrumpido de lleno en la prestación de servicios legales; (ii) la aparición de los Legal Process Outsourcers, LPO, cautivos o vinculados a grandes firmas legales y que se encargan de las tareas de bajo coste en zonas geográficas específicas; (iii) los LPO independientes de las firmas y a quienes cualquier departamento legal puede subcontratar tareas de bajo valor añadido; (iv) los prestadores de managed services (subcontratistas para todas las funciones y tareas que implica el día a día de una asesoría jurídica); y por último, (v) las empresas que ofrecen abogados para o por proyectos temporales o staffing solutions.
Las “New Law”, en ascenso
Dentro del amplio espectro de las ALSP, cabe resaltar el caso de las New Law, firmas que se diferencian de los despachos tradicionales (Big Law) en tres aspectos básicos:
En primer lugar, tienen una estructura mucho más flexible que incluso puede crecer o achicarse en función de la ejecución de proyectos, con un modelo de gestión abierto y horizontal que rompe el esquema vertical y cerrado de las firmas tradicionales, caracterizado por una base numerosa de abogados con poca experiencia y un número reducido y controlado de socios de amplia trayectoria a la cabeza de la organización.
Esta diferencia en la estructura se traslada también al método de facturación de honorarios, que para el caso de las Big Law se fija por el precio-hora de cada abogado a contratar. Las New Law, en cambio, permiten una mayor flexibilidad en la prestación de servicios jurídicos porque los honorarios se negocian por anticipado y se cierran para que el cliente sepa cuanto costará la asesoría.
“Cada vez se escuchan más términos como Alternative Business Structures (ABS) y Alternative Fee Arrangements, el primero, para referirse a entidades que prestan servicios legales regulados pero que permiten que sus dueños o inversionistas sean personas que no son abogados, lo que antes era imposible por ser una profesión cerrada.
El segundo involucra el relacionamiento entre firmas y clientes que no manejan el esquema tradicional de facturación por horas”, explica Ximena Castrillón, abogada experta en desarrollo de negocio para el sector legal. Una segunda diferencia tiene que ver con el perfil altamente tecnológico de las New Law, que les permite ofrecer soluciones ágiles y articuladas a las necesidades del cliente. De hecho, en sus equipos es habitual encontrar personas con formación no jurídica como ingeniería de sistemas, química, electrónica, civil e industrial, IA, mercadeo, ciencias sociales, etcétera.
Por último, las New Law incentivan una comunicación menos formal y más directa con el cliente. Muchas adoptan códigos de vestimenta que rompen con la etiqueta de los abogados, despachan desde un espacio de coworking y tienen facilidad de horarios y desplazamiento. Esta cercanía es altamente valorada por clientes emprendedores jóvenes o por empresas nacientes que tienen claros sus retos y sus costos, y que no se dejan impresionar ni por grandes oficinas ni por la jerga técnica del derecho.
En conclusión, la prestación de servicios jurídicos atraviesa un interesante momento disruptivo (quizás el más desafiante desde la llegada de Internet) en el que la tecnología y la flexibilidad son determinantes para complacer al cliente. Las ALSP, y dentro de ellas las New Law, están cambiando la mentalidad de los abogados y propiciando ajustes importantes en las Big Four, que por ahora no tambalean y que también avanzan para acomodarse a la nueva realidad del derecho de los negocios, creando e incluso comprando sus propias ALSP.
Las firmas de segundo o tercer renglón, en cambio, serán las más afectadas por esta transición en tanto no se reinventen, bien modificando sus estructuras, bien incorporando tecnología y eficiencia a la prestación de sus servicios. Tal como predijo Susskind, el corazón del gran desafío legal del siglo XXI es la cultura del “más por menos”, en la que son los clientes quienes tienen el control que antes ostentaban los despachos.
Juan Martín Fierro
Socio de Gericó Associates.
Twitter: @jmartinfierro
Fuente: https://www.portafolio.co/